martes, 7 de junio de 2011

Traumas psicológicos provocados por accidentes de tránsito.


Según el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, los accidentes de tránsito en Chile constituyen la segunda causa de muerte (después de las biológicas), entre los 20 y los 44 años. Entre jóvenes de 18 a 29 años, los accidentes son la primera causa de muerte, principalmente por la relación velocidad y alcohol. Los accidentes automovilísticos representan para el país un Costo Privado de $ 112.543.944.270 y un Costo Social de $ 249.776.591.110 (costo estimado proyectado por lo que la persona deja de producir).
El concepto de Accidente automovilístico tiene diversas definiciones: puede ser considerado como un hecho involuntario, que ocurre en una vía pública o entregada al uso público, que deja daños en las cosas o en las personas y significa la participación de vehículos y peatones; o cualquier evento como resultado del cual el vehículo queda de una manera anormal dentro o fuera de la vía, o produzca lesiones a las personas o daños a las cosas; y por último puede referirse a todo suceso eventual o acontecimiento anormal e imprevisto que acarrea un daño en las personas y que es causado por un hecho o ocasión directa del empleo o uso de un vehículo de tracción mecánica, animal o humana.

La triste realidad demuestra que los accidentes de tránsito son la  primera causa de muerte de jóvenes en Chile. El año 2005 se produjeron 46.328 accidentes de tránsito en nuestro país. A raíz de ello fallecieron 1.626 personas y 47.792 terminaron lesionadas. De los fallecidos, 311 eran mujeres y 1.315 varones. El grueso de estas cifras corresponde a la edad entre 18 y 35 años
A quienes son lo suficientemente afortunados y logran sobrevivir a tal situación les espera, desgraciadamente, un predicamento aún peor: las secuelas del accidente, que en general se presentan como trastornos de estrés post- traumático (TEPT).
Éstos se definen como un trastorno psicológico clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad, que sobreviene como consecuencia de la exposición a un evento traumático que involucra un daño físico. Es una severa reacción emocional a un trauma psicológico extremo. El factor estresante puede involucrar la muerte de alguien, alguna amenaza a la vida del paciente o de alguien más, un grave daño físico, o algún otro tipo de amenaza a la integridad física o psicológica, a un grado tal, que las defensas mentales de la persona no pueden asimilarlo.
El tiempo mínimo de evolución de los síntomas es de un mes. Las alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. El trastorno es agudo si los síntomas persisten menos de tres meses. Su prolongación hará que se considere crónico.
Las personas que sufren accidentes de tránsito padecen graves consecuencias psicológicas como el temor, la desesperanza y el desinterés por la vida cotidiana, según lo reveló un informe sobre trastornos de ansiedad.
El Centro de Estudios Especialista en Trastornos de Ansiedad (CEETA) demostró que los accidentes graves pueden activar en los protagonistas, o incluso en quienes los presencian, trastornos que surgen por estrés postraumático como insomnio, falta de memoria y desapego afectivo. También es común el olvido o represión de episodios relacionados con el suceso traumático, en este caso, el accidente. Y por otro lado, es común que el hecho se recuerde, o mejor dicho, se reviva de manera constante en el diario vivir del sujeto. Se usa el término “revivir” ya que el recuerdo es tan fuerte, nítido y estresante, que es casi como vivir nuevamente el suceso traumático.
Ahora bien, por muy traumático que fuera el suceso, y por muy fuerte que se presente su sintomatología, estos traumas son tratables de diversas formas; esto siempre con la ayuda de un profesional.
En el 16th. Annual Meeting de la ISTSS (International SocietyforTraumatic Stress Studies) (Miami, noviembre de 1999) fueron presentados los lineamientos para el tratamiento del Trastorno por estrés post traumático, en los cuales se establecieron estándares sobre la base de la investigación realizada hasta el presente. Es así que ciertos abordajes terapéuticos, (tales como la hipnosis, la terapia cognitivo-conductual, la terapia de exposición directa, por inundación, los abordajes psicofarmacológicos, EMDR etc.) cuentan con un bagaje de investigación fuera de toda discusión. Uno de los factores fundamentales de estos tratamientos es el de la exposición directa o imaginaria al evento traumático.
Entre los tratamientos para eliminar el estrés post – traumático, uno de los metamodelos más aceptados en el campo de la Traumatología Psicológica es el Modelo Trifásico de Judith Herman:
Según este modelo, la primera fase del tratamiento, o de Restablecimiento de la Seguridad, está orientada a que el paciente no sólo esté, sino también se sienta a salvo. En esta etapa el paciente debe volver a tener control interno y externo, es decir, garantizar su seguridad, tanto como aprender a manejar los síntomas que interfieren en su vida y conllevan el riesgo de retraumatización.
En la segunda fase, de Rememoración y Duelo, el tratamiento se orienta a que el paciente pueda reconstruir la historia traumática. A causa de su naturaleza, las memorias traumáticas rara vez se presentan linealmente. Los fragmentos, a veces incoherentes, las sensaciones físicas y emocionales, deben transformarse en una narración permitiendo de esta manera la integración bajo la forma de la Memoria Explícita o Narrativa.
Finalmente la tercera fase, o de Reconexión, apunta a reconectar al paciente con la vida, con el presente y el futuro, redefiniéndose a sí mismo en el contexto de relaciones y actividades significativas.
En síntesis, el síndrome por estrés post- traumático provocado por un accidente de tránsito puede afectar tanto a quienes están directamente implicadas en el hecho como a las que no, poniendo énfasis en el “victimario”, el causante de dicho accidente que sufre consecuencias igualmente profundas o incluso peores, psicológicamente hablando. Sin embargo, lo realmente importante es saber que existe una solución para estas situaciones, que siempre es tratable, de la mano de un profesional, tal como un psicólogo capacitado. Terapias y curas hay muchas, por lo que, incluso en las peores situaciones, siempre se puede salir adelante. 

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